4 de enero de 2014

Real envido

Si vuelvo al blog, definitivamente es un momento intenso de mi vida. Principalmente mi vida amorosa, ya que vengo acá cuando me siento vacío, abrumado, desahuciado o exultante de alegría por los asuntos del fucking corazón. De momento es una mezcla de todo. Vacio por esa rubia perfecta que parecía tener las respuestas, las preguntas, los machetes, absolutamente todo, y finalmente no tenía nada más que alguna excusa de mala madera para seguir su camino con otro champion, que seguramente usa remeras más caras que las mías. Abrumado, porque coexisten varias historias en este momento en lo que podríamos llamar "mi haber"... La vecina, la profe, la nueva rubia, la morocha, la gauchita, en fin, un plantel por demás delicioso a la hora de gustos. Pero por demás complicado a la hora de elegir. Desahuciado por esos idilios que fueron efímeros y sé, tristemente, que no tienen futuro. Hablo ahora de ciertas damiselas que en algún momento fueron acreedoras de mis enternecidas palabras: la que dice "sonreí", la del flequillo más lindo del mundo, la de la flor de papel, la más linda que deje pasar, la compañerita de jardin, la embustera, la vieja y conocida "musa", entre otras. Y exultante de alegría, por esa elección que me obligo a realizar, esa suerte de selección minuciosa y tan delicada como desactivar la bomba de tiempo que amenaza mi destino amoroso. Decisión que consiste en elegir tan solo una (no dos) (ni tres) de esas tan tentadoras delicias caseras (recordé una más: la pastelera) para emprender el largo viaje al... WHAT?
Ningun largo viaje. Se trata de prueba y error, no hay ciencia cierta en estos asuntos. Es elegir, probar, descartar, barajar y seguir repartiendo, hasta que toque una buena mano y sea la hora de cantarle real envido al corazón.

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