El primer movimiento, una maravilla. Efímero pero magnífico. Una melodía de ensueño a un ritmo frenético, que por momentos se convertía en una fuga a dos voces que se superponían enérgicas dando matices luminosos. No quería que terminara pero las sinfonías son así.
La transición hacia el segundo movimiento fue completamente inesperada y repentina. Introdujo acordes menores y disonancias incómodas que planteaban ciertos interrogantes a la melodía perfecta de la obertura. Acordes disminuidos in-crescendo que suplicaban resolver de una manera u otra, mientras la melodía original se atenuaba poco a poco.
Ahora, y desde hace rato, suena el tercer movimiento. Denota un sentimiento agónico mezclado con nostalgia y unas breves notas de esperanza que modulan en ilusión. Ciertamente, una de las partituras más tristes que escuché. Hace semanas que vivo en un ostinato con fade-out que amaga continuamente con apagarse pero una coda lo obliga a repetirse incansablemente una y otra vez. Y mis días alternan entre séptimas de dominante y silencios de compás: tensiones injustificadas y vacíos a la espera de algo completamente incierto.
Por momentos la melodía es una reminiscencia de obras anteriores, de esas que se van resignificando en nuevos nombres. Como esas líricas a las que nunca les encontré significado hasta ahora. A veces creo escuchar una contramelodía muy tenue que sugiere nuevos rumbos y quiere hacer fade-in pero después de unos compases se desdibuja en la armonía disonante.
El ritmo de mi corazón? A 7/8, como el inverno de Vivaldi interpretado por Richter. Empujando constantemente hacia adelante como una arritmia cardíaca que te mantiene en vilo, expectante por resolver una tensión que nunca descansa en la tónica.
Y yo sigo acá, pegado a la butaca asumiendo que la sinfonía todavía no terminó, convencido de que falta el cuarto movimiento. Un final que resuelva esta estructura narrativa tan experimental como melancólica. Ilusionado de volver a escuchar las melodías alegres del inicio y que la obra termine como empezó: con esas dos voces persiguiéndose en bucle mientras empiezan a escucharse los aplausos.