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De bucles temporales y formas geométricas
"Hay heridas que no cierran y dolores que son para siempre" digo hace años cada vez que alguien comparte conmigo una situación dolorosa, ruptura, pérdida o lo que sea que aplique. Una frase que recito de memoria a esta altura después de repetirla tantas veces porque me gusta como suena y siempre creí que tiene mucho de cierto.
Pero... no estoy muy seguro de donde vino. Osea, alguna vez evidentemente me iluminé o me inspiré y articulé la idea de esa forma y con esas palabras, me gustó el resultado y el impacto; y entonces repetí la fórmula. Y es que la idea es algo bastante familiar y racionalmente cierta para cualquiera que se ponga a pensarlo: todos tenemos al menos una de esas "heridas que no cierran", a raíz de algo que nos hicieron o nos hicimos y nos marcó para siempre dejando cicatrices pero al mismo tiempo sin cicatrizar del todo. Todos tenemos ese nombre que nos hunde el pecho cuando lo escuchamos nombrar, un lugar por el que pasamos y no podemos contener el suspiro, o simplemente canciones que las escuchas y parecieran una daga pidiendo permiso para extirparte el corazón.
Y de ahí vienen esos "dolores que son para siempre". Esa sensación de ahogo que experimentamos cuando el dedo va a la llaga, esa necesidad de llenar los pulmones con el aire que te robó ese instante en que recordaste a esa persona; esa languidez emocional que genera el vacío que dejan ciertas personas y que por mucho que lo intentes no podes reemplazar. Casi como ese juguete para niños con cubos, cilindros y triángulos en el que cada pieza encaja perfectamente en su lugar, pero que si perdés una no podes reemplazarla con otra porque simplemente no es.
Y volviendo al punto original, nunca supe de donde salió esa frase, cómo llegué a esa conclusión si nunca me había pasado algo parecido. Hoy, en perspectiva, pienso que algún tipo de anomalía temporal hizo que mi yo del 2022 madure la idea, la procese y se la trasmita a algún Moro del pasado. Una suerte de premonición del tren que me iba a pasar por arriba a finales del 2021. Tal vez fue una advertencia infructuosa, o simplemente un bucle temporal sin otro sentido que reírse de la naturaleza inexorable de la causalidad.