26 de junio de 2015

Urquiza

Todos los días cruzo a pie la vía del tren Urquiza que conecta las estaciones de Lemos y Lacroze, y también todos los días experimento la misma sensación. Algo difícil de explicar que trataré de poner en palabras a continuación.
Quizás el desencadenante de este fenómeno sea el miedo a la muerte, o esa incertidumbre que nos genera el hecho de no saber que hay más allá, una vez que el cuerpo se transporta a otra dimensión para no volver. Todos los días es igual. En realidad miento, no todos los días es lo mismo. Sólo se manifiesta aquellos días en lo que mi llegada al cruce ferroviario coincide con la llegada del tren y decido cruzar con la barrera baja. Ahí es cuando sucede. De repente en mi cabeza aparece esa sensación, extraña al principio y cotidiana hoy en día, en la cual mi conciencia se desliga de mi cuerpo despertando una serie de pensamientos que desembocan en uno. Siempre el mismo.
Empiezo pensando "¿Que me pasa?", "¿Es normal sentirme fuera de mi cuerpo?", para luego pasar a "¿Me habrá pisado el tren?", "¿Estaré vivo o muerto?".
Finalmente logro cruzar al otro lado y la conciencia vuelve a mi. Me siento entero de nuevo, como todos los días antes y después de cruzar la vía. Nunca durante. Pero los pensamientos no terminan ahí. Y ¿Si acabo de morir y no me doy cuenta? ¿Acaso alguien dijo alguna vez como debe sentirse estar muerto? Definitivamente no. Entonces puedo estar muerto. Todos podemos estar muertos. Vos, yo, todos. Muertos en mundos paralelos, productos de infinitas bifurcaciones que coexisten en el espacio-tiempo de algún modo que quizás nunca podamos comprender.
En uno de esos mundos mis padres me lloran al costado de la vía, mientras la gente se congrega para saber que fue lo que pasó. En otro, mi padre se embriaga en un bar durante el aniversario de mi muerte para ayudarse a olvidar. En un tercero, mi mamá conserva intacta mi habitación para recordarme hasta el día de su muerte, donde los mundos volverán a bifurcarse hasta el fin de los tiempos. En alguno de esos mundos, me lloras vos. En otro, soy yo el que te llora a vos. En todos esos mundos, ocurren en simultáneo millones de vidas. Millones de acciones. Millones de vos y yo. Millones de mundos en los que nos encontramos y millones en los que no. Millones y millones de mundos donde el tren Urquiza pasa una y otra vez. Millones en un sentido y millones en otro. Y millones de veces me pisa. Millones de veces me salvo. Espero que hoy sea una de ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario