20 de mayo de 2022

Arenas movedizas

Sigo teniendo días más difíciles que otros. Incluso de a ratos me cuesta horrores y de un momento a otro soy libre. Hay días enteros (milagrosos) en los que ni siquiera te pienso, pero los domingos la recaída es inevitable. Las altas horas de la noche, cómo ahora, son terribles. Creo que es la mezcla del insomnio, algún que otro recuerdo y la soledad que me lleva a eso irremediablemente como un tobogán de sensaciones que desemboca en un charco de angustia y desazón.
Hay indicios de mejoría: ya no tengo de esas mañanas que me sacan el aliento y me cierran el pecho. Ciertas conversaciones me mantienen en eje y me ayudan a dar pelea, pero basta con descuidarme un poco y bajar la guardia para que un mínimo detalle me sacuda como un gancho a la mandíbula. 
Recién escuché tu voz en un audio que preferiría borrar de la faz de la tierra y sin embargo no puedo. Y me trajo de todo: recuerdos lindos como las charlas a la mañana con tu voz congestionada, y al mismo tiempo dagas en el pecho de solo pensar que quizás nunca la vuelva a escuchar. 
La peor tortura sigue y seguirá siendo no entender cómo pasó todo esto. Cómo terminamos acá. Qué fue lo que te tuvo que haber pasado para elegir este presente de mierda frente a un pasado increíble que no tenía techo.
Sigo partido al medio en dos Moros: uno sensato que constantemente trata de salir adelante a toda costa, y otro terco que ni piensa en bajar los brazos. Se cagan a palos entre ellos y toman las riendas alternadamente. Para afuera suelo mostrar al sensato incluso con aires de superación. No vaya a ser cosa que alguien se dé cuenta de que todavía hay una parte de mí que sigue empantanada en lo que todos ven como un charco pero a mí me parecen arenas movedizas.

6 meses y van...